martes, 17 de mayo de 2016

Discriminación positiva Daniel Gasón 3ºA

El término discriminación positiva o hace referencia a aquellas actuaciones dirigidas a reducir las prácticas discriminatorias en contra de sectores históricamente excluidos como personas desarraigadas en estado de vulnerabilidad o individuos con alguna discapacidad física.
La discriminación positiva se traduce en leyes concretas pensadas para igualar las oportunidades de trabajo, voto y acceso a la educación de las minorías raciales, los grupos étnicos y las mujeres. Es el resultado de años de movilizaciones y reivindicaciones de estos grupos discriminados por la sociedad.
Ejemplos son las becas estudiantiles con cupos para ciertos grupos sociales, leyes de protección de la mujer en casos de violencia de género, políticas de admisión en escuelas y colegios que fomenten la diversidad, subsidios o exoneración de impuestos a sectores menos favorecidos, entre otras medidas.

Las cuotas obligatorias es lo que da el poder a las mujeres en las empresas

La realidad se muestra testaruda. El progreso de la mujer en las organizaciones empresariales solo se consigue con discriminación positiva. Cuando se pone en marcha una ley de cuotas, la presencia femenina en los consejos de administración crece rápidamente. Sobre todo si esa norma es taxativa y prevé multas.
Noruega fue el primer país que lo demostró, en 2003, con una regulación que imponía sanciones a las compañías que no alcanzaran un porcentaje del 40% en los órganos de decisión. Penalizaciones que no hizo falta aplicar pero que amenazaban hasta con la disolución de las empresas que no observaran la regla, y todas la cumplieron. Gracias a la ley, las consejeras pasaron de representar un exiguo 3% a cerca del 40% actual “instantáneamente”, sostiene Morten Huse, profesor de la escuela de negocios noruega BI y de la Universidad de Witten/Herdecke (Alemania).Lo mismo se ha comprobado recientemente en Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Reino Unido. Y se prevé que pronto suceda en Alemania y Suecia, con regulaciones más modernas. Desde que en 2011 Francia introdujese su ley de cuotas, con penalizaciones asociadas, las administradoras han pasado de sentarse en menos del 20% de los asientos del consejo a estar en el 32%. Igual que en Italia, que también amenazaba con multas, que saltó del 5% al 26% en menos de cuatro años. Son los ejemplos más destacados del avance femenino en los órganos rectores de las empresas. Aunque Bélgica, Holanda, Suecia y Reino Unido también lo reflejan.Al contrario que España, que se está quedando atrás, según Huse. “Fue uno de los primeros países europeos en adoptar legislación positiva acerca de la participación de las mujeres en los consejos de administración [con la Ley de Igualdad de 2007 que recomendaba alcanzar un porcentaje del 40% en 2015; que ni siquiera ha llegado al 14% en las compañías cotizadas en Bolsa]. Sin embargo, a día de hoy sufre un retraso notable”, explica. “Aunque ha mejorado, solo ha avanzado unos 10 puntos en la última década. Al revés que Francia o Italia, que estaban muy por debajo de España en 2003 y ahora la superan en 10 o 15 puntos”, continúa Huse.“Existe un desequilibrio, y otros países reflejan que donde se implantan las cuotas, se corrige”, sostiene Ana García Fau, consejera de Merlin Properties y Eutelsat. Esta experiencia ha servido para convencer a personas reacias a la discriminación positiva, de que esta es la única alternativa. Así lo reconocían Cristina Jiménez Savurio, presidente de la Fundación para la Investigación sobre el Derecho y la Empresa (FIDE), y Silvina Bacigalupo, catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid en una jornada organizada por la consultora Comerciando Global sobre la diversidad en los órganos rectores de las empresas. “Yo no quería ser una especie protegida pero, cuando no hay una ley que establece la posibilidad de acceder a los puestos directivos, es imposible. Y si la ley no es obligatoria, como sucede en España, con una presencia del 16,7% en los consejos del Ibex, no llegaremos al 40%. Habría que imponer consecuencias para cumplir estos objetivos”, proponía Bacigalupo.
EL PAÍS 18-1-2016
Según mi opinión la discriminación positiva es mala, ya que en cada puesto laboral, de gobierno, etc.  Deberían estar los mejores en ese puesto, no alguien que de por ser de un determinado grupo más vulnerable lo metan ahí

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